La actividad editorial es transmisora de bienes intangibles: experiencias prácticas, conocimientos teóricos, habilidades, métodos, biografías, investigaciones, información, datos... La lectura es la forma habitual de acceder a estos bienes, que se ofrecen en diferentes formatos y soportes: libros y revistas impresos, discos ópticos, archivos descargables, etc. Vídeos y audios son también formatos de obras publicadas.
Las publicaciones son los productos de la empresa editora. Entre los editores se cuentan desde grandes empresas hasta personas que ejercen como autor-editor, ocasionalmente o con alguna periodicidad, de forma individual o por medio de una plataforma de autopublicación.
Las actuaciones que se suceden hasta que un libro u otra publicación ven la luz, es decir, la cadena de suministro de las publicaciones (publishing supply chain), comprende trabajos, decisiones, inversiones, acuerdos, etc. Este vídeo a continuación muestra a los participantes en la cadena.
En el origen de esta cadena de suministro se encuentran tanto la obra que un autor escribe como la producción de papel y cartón por parte de una empresa papelera, la fabricación de equipos informáticos (hardware) y el desarrollo de sus programas y sistemas operativos (software).
El avance de la cadena lleva a los comités de lectura encargados de informar a la editorial para la aceptación de la obra del autor; esta etapa de lectura de una obra original puede ser realizada por el editor propietario.
Después, los asesores legales, agentes literarios incluidos, junto con los editores o gestores editoriales, se ocupan de los contratos necesarios: con el autor, con los proveedores de la producción, con los distribuidores, etc.
Diseñadores gráficos y de tipografía, fotógrafos, ilustradores, traductores, redactores, lingüistas, correctores de pruebas son los proveedores que dan forma a la obra como publicación: se ocupan de su diseño, grafismo, legibilidad, calidad expresiva, adecuación a sus lectores, etc.
Tras ellos, impresores, encuadernadores y programadores informáticos producen la publicación. Una vez que la obra ha visto la luz, el productor y la editorial completarán los trámites legales que correspondan ante las Administraciones Públicas: depósito legal, ISBN, ISSN, etc. Estos trámites son parte de la producción y de la recepción de esta por parte del editor.
Los distribuidores de publicaciones almacenan gran parte de la producción que luego distribuyen con una red logística a puntos de venta de muy diferentes características: además de las librerías, también quioscos y grandes superficies, por ejemplo.
Los profesionales del marketing, la publicidad y la comunicación corporativa serán quienes abran las puertas que comunican a la editorial con sus lectores: presentan en público las obras, conectan, motivan, informan, atraen...
Por último, las bibliotecas participan en esta cadena de suministro como entidades que fomentan la lectura, contribuyen a construir e impulsar el conocimiento de autores y editoriales, con criterios de difusión cultural, en primer término, y ayudan a preservar y transmitir el patrimonio científico y cultural que se va sumando por medio de la producción editorial.
Así es como las publicaciones llegan a su destino, a los lectores, que son el final de esta cadena de suministro.
Más allá, para que esta cadena continúe existiendo, es necesario que genere también un beneficio económico, un margen suficiente para impulsar el avance de sus protagonistas. La cadena de suministro debe evolucionar como cadena de valor.
WIPO (World Intellectual Property Organization), The Publishing Value Chain. Tomado de VISTA International, From N to X: The Impact of Online Networks on the Publishing Value Chain (The third report in the Publishing in the 21st Century research series). Esquema elaborado sobre la propuesta de cadena de valor de Michael E. Porter.
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